La calle desidia
Cuando salgo a la calle y paso por esos lugares que compartíamos, mi mirada se vuelve nerviosa, mis pupilas buscan, rastrean cada esquina, cada banco. Mis oídos se agudizan esperando de nuevo recibir esa risa que en los últimos tiempos se me antojó tan vacía. Pero al pasado le gusta jugar al escondite y aunque la ciudad es la misma parece que vivimos en mundos distintos.
La soledad es mi compañera, algo que en parte me alegra en estos años de sequía emocional donde mi vida, mi cordura, pende frágilmente de un hilo. Ya acostumbrado a vivir en singular, la vida me regala una sorpresa ... Nuevo año, viejos encuentros. La casualidad hizo que se retrasara un compromiso, la casualidad hizo que aunque llegara algo tarde mis amigos se demoraran, la casualidad hizo que me fijara en una bicicleta a la espera de su dueño atada a una farola ... No le di mayor importancia, aunque me fije en ella. Mi mirada se desvió en mi espera. Cuando devolví mis ojos a esa bicicleta, a esa farola, ya estabas tú recuperando lo que es tuyo. ¿Casualidad que esa bicicleta fuera “tu bicicleta”? ¿Casualidad que yo aparcara justo a su lado?
Mi respiración se corta dos segundos antes de que el negro de tus ojos se abriera como dos enormes agujeros negros al reparar en mí, con asombro, a juzgar por tus párpados bien abiertos. Dos segundos más, quizás tres de miradas cruzadas sin atrevernos a movernos. Ese instante lo terminas rompiendo tú que, sorprendentemente para mí, te acercas a la ventanilla de mi coche. Otro segundo pasa en el que tardo en reaccionar, finalmente abro la ventanilla por la que te asomas. Vuelves a hablarme amablemente, y yo a contestarte ... ¡Qué curiosa casualidad!, dices. Me cuentas el porqué tienes la bici abandonada en una farola todo un día. Yo sólo señalo al respecto que es muy temerario. Me cuentas de tus estudios, me cuentas de tu trabajo ... Sólo una pregunta por tu parte, si sigo viviendo en la ciudad, y mi contestación fue muy simple: Sí, por el momento sigo por aquí ... Me sigues contando cómo es tu vida ahora, muy en general.
No hay tiempo de más, mis amigos se presentan lo cual te interrumpe. La situación noto que te corta un poco o por lo menos no atinas a reaccionar, pero ya da igual, ya están ellos dentro del coche. Una fría despedida con la mano y nos vamos. Atrás dejo el pasado terminando de desatar su bicicleta con los ojos clavados en mi coche ...
Ha sido una sorpresa inesperada para ambos. Dentro de dos semanas hace dos años que nos convertimos en pasado el uno para el otro, ¿y qué siento? ... Pensaba que mi amor seguía enraizado en mi corazón, pensaba que era imposible olvidarte ... Ahora siento que tu vida no ha cambiado nada, siento que el tiempo se ha parado en tu vida mientras que no ha dejado de correr incontrolado en la mía. El encuentro tras tanto tiempo sin vernos, lo que me has contado de tu vida de la cual no sabía nada, me hacen pensar eso. Sin embargo ahora me da vértigo pensar en los cambios de la mía, cambios externos e internos a los cuales no les he dado importancia. Pensaba que no me había vuelto a enamorar desde que me dejaste. Ahora me doy cuenta que estaba equivocado, que equivocaba mis sentimientos cuando pensaba en ti. Ahora me doy cuenta que en estos dos años en que eres mi pasado, la soledad es mi presente. Ahora me doy cuenta que he vivido un intenso idilio con la soledad. Esta soledad se encaprichó de mí y se aferró a mi alma, me atrapó. Ahora lo sé, no he estado echando de menos tu amor, he vivido un extraño romance con la tristeza de mi soledad.
Esta canción la dedico a esa soledad enamorada de mí ...
2 comentarios:
Me encantó leerte. Es lindo poder expresar lo que se siente y hacerlo sin barreras. Me gusta tu escritura. ¡Felicitaciones!
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Afrontar las relaciones pasadas, en la realidad o en la ficción, es siempre difícil. La soledad nos atrapa y nuestra mente sigue ocupada con algo que fué pero que no es. Todo evoluciona y, aunque nuestra esencia persista, estamos en continuo cambio.
Bonita canción, no la conocía.
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