¡¡¡Arriba excursionistas!!!
Después de tantos años viviendo solo … Ya son diez, parece mentira cómo pasa el tiempo. Hace una semana estuvieron conmigo unos amigos con los que yo compartía aquellos días de la década pasada, parecía que el tiempo no había pasado, pero la cantidad de recuerdos acumulados en estos años dan fe de que sí han existido. Se han escurrido entre los dedos como arena de playa. Terminé mi carrera universitaria, hice varios cursos, varios empleos, varios domicilios, varias ciudades … Nuevos y grandes amigos/as, nuevas experiencias, mi despertar sexual, algunas parejas, más ligues …
Tanto tiempo y sigo con los mismos miedos, las mismas dudas. Muchas cosas me dicen que ha pasado el tiempo, pero siento que no ha pasado nada, me siento igual … ¿Joven? No sé si es que me siento así o es que mis temores ante la vida me hacen sentir así, que aún no he madurado lo suficiente. 31 años, casi 32, y realmente no me veo para nada con estos años. Hay tanto por hacer, tanto por vivir. Las grandes incógnitas en la vida siguen siendo eso, incógnitas. La soledad ante la falta de un amor que llene mi corazón, la incertidumbre ante una vida laboral temblorosa y frágil como la llama de una vela … Pero la salud ya no es lo que era, o quizás las preocupaciones ya no son las que eran, ya que el estrés empieza a pasar factura y la fuerza de voluntad como los viejos aires acondicionados ha perdido todo su gas.
La flecha que en vez de atravesar se quede clavada hasta lo más profundo, la chispa que prenda, el gas que enfríe … El punto de inflexión que me haga crecer como persona. Eso es lo que noto que me falta. Hasta Peter Pan necesita crecer y los Pokemon evolucionar. Necesito saber que estoy vivo, que la vida no pasa ante mis ojos si no que formo parte de ella. Necesito despertar de este Día de la Marmota y recuperar esa sonrisa robada.
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