Escala de grises
Siempre se ha dicho que la vida no es ni blanca ni es negra, ni todo es tan bueno ni todo tan malo ... ¿Es entonces una escala de grises? Esa sensación es la queda muchas veces, a veces más oscura y a veces más clara, con sus chispazos de luz que ciegan como el estallido de una supernova y con abismos más negros que el carbón más requemado. Una escala infinita que explica esos vaivenes de la vida dejando tras de sí la esquemática y fría representación de una gráfica con sus valles y sus montañas, sus simas y sus cimas ... ¿Realmente sólo somos eso? ¿Sólo podemos aspirar a eso? Y más importante, ¿qué nos diferencia del resto? ¿El grado? ¿El tono? ... Somos una gráfica más.
Pues yo me resisto a pensar en eso, como Momo me resisto a vivir en un mundo dominado por hombres de gris. Sé que estoy encerrado en una celda fría, vacía, aislada, abandonada. Una celda de muros grises, de barrotes grises. Pero deseo más, quiero más como la insaciable Claudia de Entrevista con el Vampiro. Quiero una explosión de color, quiero una vida de colores intensos. Un día amarillo, un día rojo, un día turquesa ... Nada de colores pastel, los odio. De colores fuertes que me impulsen a seguir adelante, colores que sólo contemplarlos genere en mí gozo, disfrutar una vida plena y sanamente diferente. No es la diferencia por la diferencia, es dibujar mi mundo a mi modo de ser, un modo de ser que se siente extranjero en su propia casa ... Ahora cerraré los ojos, contaré lentamente, sólo contaré hasta diez y mi mente escapará de esos barrotes grises y volará más allá. ¿Adónde? Donde sea feliz. Lo haré, contaré. Seré libre. Merezco más, mucho más, lo sé. Ahora cierra los ojos conmigo, recógete en la oscuridad de tus párpados y contempla el color, disfruta de él y empieza a vivir.
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