miércoles, 1 de agosto de 2007

Sistema caótico

Los rayos del alba y después cae el crepúsculo. Amanece y anochece. Del día a la noche, y vuelta a empezar ... Si tan repetitivo es el tiempo, si todo empieza igual que termina, porque pensamos que cada día cuando nos levantamos, cuando abrimos los ojos aún algo aturdidos en el revoltijo que ahora son nuestras sábanas, porque pensamos que este día será distinto ...

Según la Wikipedia “La teoría del caos es la denominación popular de la rama de las matemáticas y la física que trata ciertos tipos de comportamientos impredecibles de los sistemas dinámicos. Estos sistemas dinámicos se pueden clasificar en: Estables, inestables y caóticos. Un sistema estable tiende, según transcurre el tiempo, a un punto u órbita, según su dimensión (atractor). Un sistema inestable se escapa de los atractores, y un sistema caótico manifiesta los dos comportamientos. Por un lado, existe un atractor por el cual el sistema se ve atraído, pero a la vez, hay "fuerzas" que lo alejan de éste. De esa manera, el sistema permanece confinado en una zona de su espacio de estados, pero sin tender a un atractor fijo.”

Cada mañana, cuando abro los ojos y ya tras el primer aturdimiento del retorno al estado consciente, llego a la misma conclusión: Mi vida es un sistema caótico de la teoría del caos. Un sistema que aún dentro de las variaciones del entorno y de la permanente influencia de los elementos fijos, se mantiene “confinado en una zona de su espacio de estados, pero sin tender a un atractor fijo”. Como el Sistema Solar, sistema que se usa como ejemplo claro del sistema caótico, me mantengo siempre en movimiento, pero siempre en círculo. Círculo vicioso, asfixiante en muchas ocasiones, que como humo del tabaco resulta molesto pero inofensivo a primera vista, pero con cada nuevo envite crece en mi interior y mis pulmones no sé si aguantarán la próxima vez, el cáncer resulta ya muy enraizado.

Es como si cada mañana me levantara, y haciendo honor al dicho de que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, me auto afirmo como un ser muy muy humano. Al salir a la terraza de mi casa para tomar el aire, casa que conozco de todos lo años que he vivido en ella, conozco hasta el más mínimo detalle, hasta el rincón más escondido ... Al salir a la terraza de mi casa sé que tengo la cristalera de la puerta, que aunque muy limpia y libre de huellas visibles, sé que está ahí. Entonces, ¿por qué vuelvo a tropezar con ella? Cada día lo mismo, tropiezo. Con mayor o menor estrépito, unas veces con un dolor intenso y otras uno tan leve que ni noto. Pero lo que permanece estable es la cara de tonto que se me pone tras el golpe, siempre la misma, como la primera vez ... Estos golpes los empiezo a asumir como algo inevitable, pero temo que en una de estas sea tan fuerte que no me pueda levantar o que por efecto de habituarme termine por no sentir nada. No sé qué sería peor.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Infinitamente peor es no sentir nada, desde luego. Aunque hay personas que mantienen intactas su sistema sensorial por muchos golpes que se den contra los cristales.

Si te sirve de consuelo, todas las vidas son sistemas caóticos en buena medida y, además, todo es efímero. Hay cambios, bruscos o transicionales, que hacen que los sistemas fluctúen y lleguen a evolucionar.

Todos necesitamos determinadas épocas en nuestra vida.

Besos