sábado, 29 de marzo de 2008

El abismo seductor

¿Qué sería de nosotros sin la motivación? Sin un impulso que nos motive. Sin un anhelo que nos arranque de la cama cada mañana y con el que soñar cada noche ... Un ser humano sin aspiraciones, sin inquietudes, sin deseos, ¿es tal?

El 19 de marzo, ante la negativa dos días antes de la justicia francesa a asistirla en su muerte, Chantal Sébire se suicidó con una sobredosis de barbitúricos. Esta mujer de 52 años sufría de un tumor incurable que le causaba dolores atroces y que además había deformado su rostro. Podría haberse trasladado a los países vecinos de Bélgica o Suiza donde la eutanasia es legal, pero ella quería morir en Francia.


El año pasado, Inmaculada Echevarría, una mujer de 51 años que sufría de distrofia muscular progresiva pedía la desconexión de la máquina de respiración asistida que la mantenía con vida. Una atrofia muscular progresiva no sólo la mantenía en cama de por vida si no que ni tan siquiera la dejaba respirar por sí misma. Ingresada en un centro público de salud de Granada, solicitó a la Junta de Andalucía morir dignamente. En este caso no es eutanasia ya que no pedía ayuda para suicidarse, simplemente se negaba a recibir el tratamiento que la mantenía con vida. En rueda de prensa decía que "no es justo vivir así" ya que su vida es "soledad, vacío y opresión" y ha pedido que respeten su decisión de morir porque es "libre" y "nadie tiene que meterse". Las leyes vigentes permiten al enfermo rechazar un tratamiento, por lo que tras una larga pugna legal logró morir como era su deseo.


Hay muchas definiciones del ser humano, pero quizás la más poética y no por ello menos cierta es la de animal con la capacidad de soñar. ¿Qué pasa entonces cuando perdemos esa capacidad? Hay muchas circunstancias que nos pueden robar nuestras motivaciones, no sólo las médicas, también están las sociales, las laborales, las económicas, las amorosas ... No hace falta una situación aparentemente tan extrema como la de estas dos mujeres, el abismo siempre está ahí, nos acompaña a cada nuevo paso en nuestras vidas. Y ya lo decía Friedrich Nietzsche, “Cuando miras al abismo, el abismo también te mira”. Te mira y puede llegar a atraparte.


La sapiencia de que hagamos lo que hagamos vamos a seguir en la misma situación genera lo que se denomina la indefensión aprendida. El psicólogo norteamericano Martin Seligman postuló esta teoría como posible explicación de la depresión, o por lo menos de la mayoría de ellas. Tras vivir reiteradas veces una misma experiencia angustiosa e intentar una y otra vez sin éxito alguno salir de la misma, el sujeto aprende a creer que está indefenso, que no tiene ningún control sobre la situación en la que se encuentra y que cualquier cosa que haga es inútil. Como resultado, el animal permanece pasivo frente a una situación displacentera o dañina, incluso aunque llegue a disponer de la posibilidad real de cambiar estas circunstancias.


Esa mañana que te despiertas y sientes que tu vida no tiene rumbo. Los días los vives sin sentido. Las horas sólo son rutina: Comer, dormir, comer, dormir ... Los minutos, arena que se escapa rápidamente entre los dedos sin dejar nada a su paso. Los segundos, un vaivén de péndulo, como la respiración: Aspirar, expirar ... Cuando el tiempo, ese ente que nos regenta en esta vida moderna, carece de razón. ¿Qué coño hacemos aquí?


Hoy me he levantado y no sé para qué, mañana veremos si tengo fuerzas para ello.

2 comentarios:

Craso dijo...

En estos temas, como en el del aborto, no sé qué pensar. Puedes tener una idea preconcebida, pero hablar por boca de quien sufre es demasiado arriesgado. Recomendar a quien no encuentra salida que siga aferrado a la esperanza puede ser incluso más cruel que vivir. Da mucho que pensar. Saluditos

el otro amante dijo...

Lo que expones de las personas que saben que su enfermedad no tiene remedio es bastante lógico: mejor morir de pie que vivir de rodillas. Respecto a momentos depresivos todos los hemos vivido y es cierto que hay épocas mejores y peores. Hay etapas en las que todo va bien, estás contento y de pronto, de repente, todo de jode y se vuelve a lo que ya se creía superado. No queda otra ..... a esperar otra buena época. Me solidarizo.