sábado, 23 de junio de 2007

CINE: La niebla de Alejandro

En los tiempos que corren donde el DVD alumbra su final para dar paso al HD-DVD y al Blu-Ray, donde el home cinema es algo cada vez más habitual, el cine es algo que está siempre presente en nuestras vidas. Pero muy pocas películas las vemos como hay que verlas, nada es comparable a una sala cinematográfica. El efecto psicológico de inmersión total es único:

- Pantalla gigante: Abarca todo nuestro ángulo de visión.

- A oscuras: Sala a oscuras que nos centra aún más en la pantalla, único reclamo visual.

- Asientos/graderío: Nuestra posición está orientada a ver la pantalla, sólo la pantalla.

- Sonido superenvolvente: Potente sistema sonoro que nos rodea y nos sitúa espacialmente en la acción.

Cierto es que la sala cinematográfica no lo es todo. Nuestra inmersión en la película viene muy condicionada también por la calidad/interés de la propia película, de la fauna asistente a la proyección con nosotros (no creo que haga falta explicar a qué me refiero), y de lo que despierta en nosotros, de los sentimientos que recorre nuestra piel mientras la vemos. Es una experiencia muy personal.

Para los que vivimos el cine, para los que consideramos éste una vía de escape de dos horas (de media) de nuestras propias existencias y vivimos como propias las experiencias de los protagonistas, nada como una perfectamente equipada sala cinematográfica.

El día que vi “Los Otros” en DVD fue un claro ejemplo de ello, el cine está hecho para ser visto en el cine. En absoluto comparable a la experiencia de ver esta película el día de su estreno, allí el primero haciendo estaba yo, jeje. Uno de los grandes estrenos en España en su momento. En mi opinión la mejor película hasta la fecha de este chavalito llamado Amenábar, y lo de chaval lo digo de forma cariñosa que no es por menospreciar que es de mi quinta (y yo aún me veo como un chavalito, jeje). Un guión y una puesta en escena brillante, a mi humilde entender. ¿Y por qué? La experiencia cinematográfica es tan personal y única que considero la escena de la niebla como algo propio, algo vivido. Que gran escena. Esa sensación de ahogo que trasmitía la pantalla, ese silencio galopante, sin música ni efectos sonoros, sólo la respiración nerviosa de la radiante Nicole. La bruma blanquecina que devoraba toda la imagen arrancando al personaje de su entorno, nada, sólo la nada, y Grace (el personaje de la Kidman para que nos entendamos). Alejandrito eres bueno joio, eres bueno ...

Lástima que en el DVD esta escena pierda muchísima de su intensidad.

¿Y por qué esta escena y no otra? El cine como todo arte tiene mucho de personal. Esa sensación de agobio, de soledad absoluta, de que sólo nos rodea la nada ... Me es tan familiar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

q bien suena eso de "vivir del cine" :-) además es una suerte q a no todos llega...

cuanto sabes, pequeño fotograma...

kss

Anónimo dijo...

El visionado de la película también depende mucho del estado emocional del sujeto espectador. Hay películas, igual que canciones o novelas, que dependiendo del instante en el que las he visto me han provocado unos sentimientos u otros. La percepción es caprichosa también.

Incluso así, la niebla es niebla, y hay escenas que no dejan de rescatar sensaciones enterradas que nunca se van y, por lo tanto, son igualmente efectivas. El cine amplifica estas sensaciones. La niebla también.

Besos.