lunes, 2 de julio de 2007

El limbo

El césped, mi adorado césped. Nada como tumbarse a la sombra de un árbol en las horas del amanecer de la tarde. El sol brilla en toda su intensidad allá en el cielo, ni una sola nube se atreve a manchar su celeste inmaculado. Las pupilas de mis ojos resplandecen intermitentemente al son de los rayos del astro rey, rayos que se escabullen entre las ramas y el follaje de la encina que me guarece. Estos haces de luz resultan unos inquietos danzarines mecidos por la suave brisa ... El susurro del viento y el canto de inciertos pájaros buscando compañía perdidos a mis ojos en el verde que me cobija. Bulliciosa calma que yo disfruto sin embargo en soledad ...

Domingo. 15:20h. Ya he almorzado y empieza el limbo. Esa hora fatídica que se ve intensificada en un día estival como hoy. ¿Qué hacer? ... O más bien, ¿apetece hacer algo? Los minutos transcurren más lentamente de lo normal en el limbo.

Casi la perfección si no fuera porque me falta ese que me gusta llamar compañero de vida. Ese con quien compartir esos millones de pequeños momentos como este. Una perfección imperfecta que me es imposible disfrutar si mi mente traidora divaga por derroteros prohibidos y se pierde en océanos de tiempos futuros. Futuribles más bien, ya que el futuro por definición son posibilidades y dudas, nunca certezas.

Como echo de menos esa cálida almohada en estos momentos. Me encanta tenderme en la hierba, disfrutar del sol de la tarde mientras mi cabeza reposa en quien más quiero. ¿Quién será? Esa candorosa barriguilla, ese deseado pecho ... Mientras su brazo me rodea, se cierra en un medio abrazo para reposar su mano de dedos juguetones en mi pecho, que únicamente late por él.

La vida está llena de pequeños y grandes momentos, pero quizás son los más pequeños los que más se disfrutan. Quizás por que los grandes queman en su intensidad, quizás por la escasez de estos, quizás por ... No puedo pretender darle explicación a todo, sencillamente son así, o a mí me lo parece.

Qué malas son las horas del limbo en la que la mente viaje sin control sobre pensamientos embravecidos. Viajes mezcla del pasado, del presente y de nuestra terca imaginación. Viajes que nos recuerdan esa soledad que pretendemos sobrellevar sin darle mayor importancia, por lo menos de cara a la galería. El trabajo, la familia, los amigos, los quehaceres diarios benditos regalos que nos distraen y nos hacen sentir momentáneamente fuertes, fuertes para auto afirmarnos, para gritar a los cielos que bien estamos solos. Qué podemos necesitar más en nuestra vida, y menos aún, quién ... Nuestra vida es nuestra, libre de disfrutarla como yo quiera ... Pero sin embargo, en momentos como el presente, solos en nuestra soledad, en la que nuestras pobres almas atormentadas toman conciencia en nuestra arquitectónica realidad y ululan desgarradas por los pasillos del castillo ... La coraza es pura gelatina de puertas para adentro, blanda, trasparente e insulsa, y engañarse a uno mismo es un privilegio propio de los locos.

El hecho de haber tocado un día las estrellas hace más pesada esta carga. Ahora hay un record mundial en mi vida, y nuestro salto de pértiga ha de superarlo, nunca quedar por debajo. Qué alto se ve ahora ese listón, y no aparece ninguna pértiga lo suficientemente larga para sobrepasarlo ... ¿Encontraré algún día esa pértiga lo suficientemente larga? ¿Quién me asegura que no se partirá? ...

Aquí me tienes, tendido en la hierba, en las horas del limbo, divagando a la sombra de mi frondosa encina y ... ¿Pensando en pértigas? Pobre naufrago que no sabe cómo ha llegado hasta aquí.

1 comentario:

Anónimo dijo...

pero si el limbo no existe nene....

q fuerte me parece q no lo sepas :-)

respecto a lo otro, cuando le toque llegar lo hará y te dará la vuelta y no te acordarás del tiempo q ha pasado hasta q, por fin, aparezca....

eso si, hay q pasar página en relación a otras cosas...ya sabes.

mil besos (lo q te perdiste....)